Vamos directo al grano: ¿Qué límites poner a Santy? ¿De qué manera hacerlo? ¿Cuándo? Es un tema complicado que Rebeca Wild (la encontré en Internet OBVIO) ha tratado en su libro “Libertad y límites. Amor y respeto”. Así que voy a ver si lo que entendí es razonable.
Después de la lectura, me doy cuenta: cuando me asusto por los supuestos peligros que amenazan a un niño de 4 años y le impido hacer algo determinado, en realidad estoy incitándolo a que lo haga. Porque desde el momento en que grito “¡No!” en lugar de darle una explicación, estoy impidiendo que Santy pueda aprender de su entorno. Y, como también leí en internet, es ese desconocimiento del entorno lo que lo vuelve peligroso.
La solución parece simple: ante cualquier límite que se oponga a los deseos de nuestro hijo, deberíamos ponernos del lado de sus deseos; y en vez de pensar que son caprichos sin importancia, analizarlos honesta y sinceramente con él y tomar una decisión en equipo al respecto.
De lo contrario, podemos caer en una “especie de negación rutinaria, que no es otra cosa que un menosprecio hacia la libertad de nuestros hijos”. Y como mi terapeuta me dijo solo voy a lograr que haga exactamente todo lo que le he negado.
En realidad es muy difícil lograrlo pero creo que mis hijos valen cualquier intento de modificar, muchas veces, mi mal accionar.
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